No me digas que el cielo es el límite, cuando hay huellas en la luna

10.5.11






Si por un instante Dios se olvidara de que soy una marioneta de trapo y me regalara un trozo de vida, aprovecharía ese tiempo lo más que pudiera.
Posiblemente no diría todo lo que pienso, pero en definitiva pensaría todo lo que digo.
Daría valor a las cosas, no por lo que valen, sino por lo que significan.
Dormiría poco, soñaría más, entiendo que por cada minuto que cerramos los ojos, perdemos sesenta segundos de luz. Andaría cuando los demás se detienen, despertaría cuando los demás duermen.
Si Dios me obsequiara un trozo de vida, vestiría sencillo, me tiraría de bruces al sol, dejando descubierto, no solamente mi cuerpo, sino mi alma.
A todas las personas les probaría lo equivocadas que están al pensar que dejan de enamorarse cuando envejecen, sin saber que envejecen cuando dejan de enamorarse.
A un niño le daría alas, pero le dejaría que él solo aprendiese a volar.
A las personas mayores les enseñaría que la muerte no llega con la vejez, sino con el olvido.
Tantas cosas he aprendido de las personas, he aprendido que todo el mundo quiere vivir en la cima de la montaña, sin saber que la verdadera felicidad está en la forma de subir a ella.
He aprendido que cuando un bebe aprieta con su pequeño puño, por primera vez, el dedo de su padre, lo tiene atrapado por siempre...
He aprendido que una persona sólo tiene derecho a mirar a otro desde arriba, cuando ha de ayudarle a levantarse.
  1. Siempre di lo que sientes y haz lo que piensas.
  2. Si supiera que hoy fuera la última vez que te voy a ver dormir, te abrazaría fuertemente.
  3. Si supiera que estos son los últimos minutos que te veo diría “te quiero” y no asumiría, tontamente, que ya lo sabes.
  4. Siempre hay un mañana y la vida nos da otra oportunidad para hacer las cosas bien, pero por si me equivoco y hoy es todo lo que nos queda, me gustaría decirte cuanto te quiero, que nunca te olvidaré.

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